Tengo el privilegio de convivir con tres pequeños grandes maestros: mi hijo y los dos hijos de mi pareja. La mayor de los tres tiene 11 años, cursa 6º de primaria y esta semana nos dijo que en el cole estaban estudiando el aparato reproductor (¡por fin!, pensé yo). Pero mi alegría duró poco cuando, tras hablar con ella, supe que:

  • Era la primera vez que les hablaban de los genitales en la escuela (¡a los 11-12 años!).
  • La metodología era simplemente escribir la definición de las distintas partes del aparato reproductor (soporífero incluso para mí, ¡que me encanta el tema!).

Le sugerí la alternativa más didáctica y creativa de llevar a clase la vulva de tela que utilizo en mis talleres (un tesoro que elaboran con mucho amor en La flor que batega), pero T es una preadolescente prudente y no se quiso arriesgar… 😉

Aprovechando momentos para hablar con nuestros hijos

Le seguí dando vueltas al tema porque me indigna y preocupa que la educación sexual no sea asignatura obligatoria en las escuelas e institutos, y al día siguiente le pregunté por curiosidad si les habían mencionado el clítoris en clase, y me dijo que sí.

– Bueeeeno, menos mal. ¿Y qué os han explicado de él?
– Que es una parte muy pequeña de tejido muy sensible.
– ¿Solo eso? ¿Y no os han explicado para qué sirve?
– Sí. Solo eso. Ya está.

Ella me miraba sonriente, entre curiosa y sonrojada. Sabe que me encanta hablar de mis temas, y que si me pregunta, le respondo. Estábamos en el baño, ella, yo, y enseguida aparecieron los dos peques de nueve años, nuestros particulares Zipi y Zape. Así que aproveché la atención de mi joven auditorio para, una vez más, hablar de algo tan tan natural que nunca nadie les explica. Les hablé del clítoris, de su ubicación bajo los labios externos, de su función (únicamente sirve para el placer, no interviene en la reproducción), de lo desconocido que ha sido hasta hace unos años, y de la terrible realidad de la mutilación genital femenina.
La verdad es que me salió un bonito discurso feminista en menos de cinco minutos. Ellos, mirándome embobados, me hicieron algunas preguntas, y me sentí feliz al poderles dar respuestas. Fue un momento precioso.

Nuestros hijos merecen tener buena información

Decirles que acariciar el clítoris da gustito les hizo sonreír (¿qué les voy a contar yo a ellos, que son auténticos maestros del placer?).

Decirles que a algunas niñas les mutilan los genitales les apagó la sonrisa.

Lo duro y desagradable es hablarles de mutilación genital femenina.

Lo dulce y sencillo es hablarles de placer.

Explicarles a las niñas que el clítoris es el único órgano del cuerpo cuya función es proporcionar placer debería ser obligatorio en las escuelas.
Porque es una información que merecen conocer.
Y porque es verdad.