Cuando eres coherente y fiel a ti misma, llegas a experimentar la dicha de sentirte a gusto en tu piel. Bombardeadas por medios de comunicación que pretenden decirnos cómo hemos de lucir, existe un antídoto: haz lo que te salga del útero. Haz lo que te dicten tus entrañas, tu corazón o como quieras llamarlo. Haz aquello que habla de ti, lo que ilustra quién eres y qué has venido a hacer a este mundo.

Sé tú

Porque cuando te permites ser tú, experimentas el inmenso placer de habitarte sin importar el qué dirán. De algún modo se da una perfecta sincronía entre tú y la vida, y cuando tú ocupas tu lugar, ella te hace aún más espacio, acomodándote el camino.

Y ves que las cosas SUCEDEN.

Todo tiene sentido y las piezas encajan de un modo que no te hubieras atrevido siquiera a soñar…
La vida te hace la ola, te anima, acompasa sus ritmos al tuyo, te beneficia en cada paso que das…
Te sientes increíblemente bien porque te respetas, te permites ser tú y hacer lo que te nace. No hablo de una rebeldía caprichosa, sino de conocerte, escucharte y darte permiso para vivir con coherencia y pasión.

Cuando eres fiel a ti misma no hay complejos que valgan.
No hay estrías, michelines o sentimiento de inferioridad.
Nada.
Porque la plenitud que te habita, lo que te vibra por dentro, te completa y te exalta hasta colmar tus expectativas.
Llena tu existencia.

Estás tan entusiasmada SIENDO TÚ que no tienes tiempo que perder mirando afuera, comparándote con otros cuerpos y vivencias.

Eres tú. Y eso ya lo vale todo. No time to waste.

Cuando el interior está colmado, los ojos brillan

Nos han convencido de que lo importante es verse bien por fuera, y nunca conseguimos el objetivo de lucir como nos gustaría. Una pérdida de tiempo y dinero.

En cambio, si te regalas el espacio para ser tú misma, esa plenitud se transforma en vitalidad, salud y belleza natural. Es obvio que reluces cuando te sientes plena.

Mirando fotos, yo reconozco mi mirada más rebosante de plenitud en dos momentos clave de mi vida: justo antes de quedarme embarazada de Aran, a punto de gestar mi proyecto más lindo; y cuando decidí soltar amarre e inseguridades y me lancé a por el sueño profesional de mi vida.

En el primero soñaba con la maternidad, iba a por ella y sabía que llegaría (aunque costó); en el segundo, creando mi proyecto profesional anhelado, sabiendo que estaba llegando también. Y una es feliz ya en el camino, ¿verdad?

En ambas ocasiones me sentía plena, y esa riqueza interior se traduce en fertilidad en todos los sentidos.
Estaba llena de VIDA.

¿Eres fiel a ti misma?

Piensa: ¿Estás siendo tú? ¿Eres coherente? ¿Te sientes auténtica?
¿Alguna vez has experimentado el gustito de hacer lo que te nace y no lo que los demás esperan de ti?
¿Quién serías si actuaras como si nadie te fuera a juzgar?

Escucha esa voz que te susurra desde dentro, y hazle caso.
Al menos por una vez.
Y observa qué sucede.
Tus relaciones, circunstancias, experiencias, se irán recolocando y todo será más sencillo, fluido y agradable.
Sentirás paz en tu vientre.

Sabrás que todo está bien. Y la Vida tendrá mejor sabor.