Este blog no va (solo) de sexo

Este blog va del camino que has de recorrer para llegar a disfrutar del sexo.

Porque gozarse no es una cosa que aprendamos de un día para otro. No basta con saber ubicar el punto G ni se trata de adquirir el último vibrador del mercado. Y desafortunadamente tampoco es una aptitud que la mayoría de mujeres tengamos de serie.

A disfrutar del sexo se aprende. Porque con todos los prejuicios que te vienen a la cabeza cuando te desnudas. Vienen con las dudas que te asaltan cuando te entregas, con los tabúes que se esconden entre tus piernas… Con todas las mentiras que te han contado, ¿cómo vivir una sexualidad desinhibida y tuya?

Tantos años escuchando que has de ser buena, obediente, recatada, virgen, pura, madre (¡sobre todo!), altruista, callada, sacrificada, entregada, abnegada… Tanta sumisión nos ha cosido las entrañas y nos ha tallado a todas siguiendo el mismo patrón. Nuestra cultura es una fábrica de muñecas en serie.

No digo que sea fácil. Sólo digo que se puede. Y que es genial conseguir saltar esa barrera y descubrir lo que hay más allá.

Se puede.

Y por eso he escogido dedicarme a esto. Porque si yo lo he logrado, tú también puedes. Y porque se está más a gustito en esta orilla, créeme, y desde niña he tenido la ilusión de que las mujeres se gobiernen desde su vagina. De niña no lo expresaba con esas palabras pero te aseguro que ese anhelo era el que me latía adentro. Sentirte bien en tu piel. Conquistar tus curvas. Conocer el color de tus deseos. Atreverte a ser genuinamente tú, quererte tantísimo como para decir “basta”, “hasta aquí” o “ya no, ahora no” cuando así lo sientas.

Escoger tu propio camino y disfrutarlo

Yo también tuve que hacer mi proceso para llegar aquí, y te aseguro que no fue en dos días. Porque para coger las riendas de tu sexualidad hay que soltar unos cuantos lastres y conquistar algunas banderas. Empezando por la de tu soberanía.

Enfrentarse (que no superar) a algunos miedos para poder avanzar hacia ti. Abrazarte y tenerte.

A menudo las hostias que te da la vida te llevan a replegarte en ti misma, a recluirte en tus espacios y no querer salir de allí. Yo me llevé algunas sacudidas importantes siendo bastante joven, y aún a veces me sigo lamiendo esas cicatrices… Todo deja huella. Ahora bien, cuando la vida te zarandea para mí no queda más opción que echar mano del coraje que las mujeres atesoramos en nuestros ovarios (¿no es ahí donde tenemos las agallas?) y seguir adelante. Y si te dan ganas de rendirte, permítetelo solo un ratito, muérete un poco, y después no queda otra que renacer. Siempre es más interesante aprovechar esas bofetadas para esculpirte, moldearte y hacerte más fuerte (no puedo negar la energía ariana que me sostiene). Las hostias te conectan con la Vida. La de verdad, quiero decir.

Disfrutar del sexo requiere haberte conocido y quererte primero

Para ello has de ser la Mujer que siempre has querido ser y a la que rara vez das permiso para que aflore. Me pregunto qué hubiera sido de nuestro placer si de niñas nos hubieran mencionado a Lilith en lugar de a Eva… (En este enlace aprenderás cómo despertar a Lilith).

Para aprender a gozarte y ser asertiva en la cama, para saber qué te enciende y qué te desconecta, para impedir que te traten a su antojo. Para evitar que jueguen contigo o te lleven a las arenas movedizas de la indiferencia, tienes que saber quién eres y qué te late en el corazón y en la entrepierna. En ambos sitios.

Han sido años de aprendizaje. Muchas lágrimas vertidas en almohadas, una sensación de vacío cristalizándote el alma, sensación de no pertenencia (no al otro, sino a ti, y esa es la que más duele…). Ir por ahí dando tumbos, regalando placeres y orgasmos, facilitando buenos momentos. Te entregas sin siquiera tenerte. ¿Cómo puedes darte a los demás, cuando no eres dueña de tu coño? ¿No sabes cómo lates por dentro, y vas al encuentro de otro cuerpo aún más abandonado y hueco que el tuyo, ansiando encontrar ESA conexión que te haga tocar el cielo?

Rompe cadenas, suelta lastres, reclúyete en ti y observa el tesoro en tu piel… Entrégate a lo que te hace vibrar, déjate sentir, da rienda suelta al sinfín de terminaciones nerviosas que hilvanan tus tejidos. Y en ese espacio, siente cómo conquistas ese sexo precioso que nunca te han sabido dar a conocer. Ese del que solo te han hablado mal, el que tiene tan mala prensa. Reconquista tu cuerpo y siente como nunca antes habías sentido… Entonces, y solo entonces, te tendrás. Y podrás conocer el auténtico sabor del sexo disfrutado.

El sexo tendrá otro color.

Será magia.

Y será tuyo.